La Terapia ocupacional infantil basada en el enfoque de la integración sensorial tiene como objetivo mejorar las actividades del día a día de los niños, siempre teniendo en cuenta las habilidades sensoriomotoras y de praxis.
La praxis sensoriomotora se refiere a la habilidad de planificar y ejecutar movimientos coordinados, integrando la información sensorial (lo que vemos, oímos y sentimos) con la respuesta motora (los movimientos físicos que realizamos). Esta habilidad es crucial para realizar tareas y actividades cotidianas, como escribir, vestirse o practicar deportes.
En el contexto del desarrollo infantil, la praxis juega un papel fundamental en el proceso de adquisición de habilidades motoras pero también cognitivas y sociales. El desarrollo de la praxis en niños ocurre gradualmente a lo largo de la infancia y está influenciado por una variedad de factores, incluyendo la maduración neurológica, las experiencias de aprendizaje, el entorno familiar y cultural, y las interacciones sociales.
El desarrollo de la práxis en los niños involucra varias etapas y procesos:
- Al principio, los bebés exploran el mundo a través del movimiento y la manipulación de objetos, lo que les ayuda a desarrollar habilidades motoras y sensoriales básicas. Con el tiempo, comienzan a aprender a planificar y coordinar acciones más complejas, como apilar bloques, dibujar o jugar juegos de roles.
- A medida que continúan creciendo, la práxis se va refinando, permitiéndoles llevar a cabo tareas más complicadas y adaptarse a una variedad de situaciones. Por ejemplo, aprenden a seguir instrucciones secuenciales, a resolver problemas de diferentes maneras más complejas y creativas y a colaborar con otros en actividades grupales.
Durante todo este proceso, es importante proporcionar a los niños oportunidades para participar en una amplia variedad de actividades prácticas y experiencias sensoriomotoras. Esto puede incluir actividades de juego libre y estructurado, así como actividades cotidianas que involucren tareas manuales, como ayudar en la cocina o en tareas del hogar, jugar con plastilina, construir con bloques, hacer rompecabezas, etc.
Desde terapia ocupacional hablamos de dispraxia cuando existen problemas de praxis. Los niños pueden tener dificultades para aprender nuevas habilidades motoras, seguir instrucciones secuenciales y pueden parecer torpes o desorganizados en sus movimientos. Esta condición puede afectar su capacidad para participar en actividades cotidianas y puede influir en su autoestima y desarrollo social. Cabe destacar que la dispraxia no se debe a problemas a nivel muscular o de fuerza, sino más bien a dificultades en la planificación y coordinación de movimientos.
La integración sensorial (proceso neurológico que nos permite relacionarnos con el entorno y con nuestro cuerpo) precisa de tres puntos claves para llevar a cabo una buena praxis:
- Ideación: La capacidad de conceptualizar e idear una acción motora.
- Planificación: La habilidad de organizar y secuenciar los pasos necesarios para realizar esa acción.
- Ejecución: La realización efectiva de la acción motora, que implica la coordinación y control del cuerpo.
Las causas exactas de la dispraxia no siempre están claras, pero pueden incluir factores genéticos, problemas en el desarrollo del cerebro, o factores ambientales. Podemos detectar un gran impacto en la praxis en trastornos del desarrollo como Trastorno de Espectro de Autismo, Trastorno de déficit de Atención e Hiperactividad, Trastorno del Neurodesarrollo, entro otros.
Los terapeutas ocupacionales infantiles valoramos las posibles causas de la dispraxia y creamos objetivos orientados a mejorar las habilidades sensoriomotoras, que interfieren en la ideación, planificación y ejecución de las actividades diarias.